Día tras día en la vida se me presentan duras decisiones que tengo que tomar; caminos importantes entre los que tengo que elegir.

A esta decisión suelo dedicarle varios días y hasta meses. Y cuando por fin creo haber elegido, vuelvo a meditarlo para luego darme cuenta que no estoy completamente seguros, pues las otras opciones siguen siendo igual de atractivas que al principio.

Ya! Ahora sí! Al fin me decidí; ya las otras opciones son un poco menos atractivas, pero siempre queda en mí la duda: y si hubiera…

Esto no me ha pasado una vez, sino muchas.

Y si hubiera elegido aquel juguete y no aquel otro? Qué habría sido mejor? Y si hubiera entrado al otro colegio y no al que entré? Y si hubiera luchado por aquella muchacha en vez de quedarme a ver como se alejaba? Y si hubiera tomado en serio mi relación con mi última novia y no la hubiera lastimado así? Y si le hubiera dicho que sí al sacerdocio? Y si hubiera elegido otra carrera u otra universidad y no la que elegí? Y si hubiera dicho que sí a aquella gran oportunidad aunque implicaba incertidumbre y un gran sacrificio? Y si hubiera aprovechado mi tiempo en vez de malgastarlo en cosas sin sentido?

Son muchas las preguntas de este tiempo que vienen a mí, sin embargo la respuesta no las podré encontrar pues el tiempo inclemente de mí no se devolverá; y ahora sólo queda algo por hacer:

En adelante meditaré mis decisiones tanto y tan rápido que a las dudas no les daré tiempo de aparecer, y cuando me vuelva a preguntar “y si hubiera…” me contestaré a mí mismo: “Haz tomado la mejor decisión, estoy orgulloso de ti, esa decisión ya pasó, alza la cabeza y sigue adelante; sé libre y no esclavo de tus dudas e indecisiones”

Y entonces mi vida será aún mejor…