El mundo de mi mente
Hace un par de días leí un comentario en Facebook en un post de un contacto liberacionista. El post se titulaba más o menos así: “el barco necesita capitán” y hablaba de la necesidad de que Óscar Arias volviera a tomar las riendas del partido de cara a las próximas elecciones. Dejando de lado la figura del señor que tanto malestar estomacal me causa; paso a citar textualmente el comentario que ahora me ocupa:
Ya que está de mierda el tema (ups, de moda. Es culpa del autocorrector ;)), quiero referirme al respecto. Antes, un pequeño disclaimer: soy católico; no obstante intentaré dejar el posible sesgo de lado.
Hoy una vez más mis estructuras han vuelto a caer; todo aquello que he creído de mí mismo ha estado terriblemente débil en las últimas semanas; ya no hay semana en la que no se caiga todo, semana en la que no tenga que replantearme todo.
Juan era un muchacho como cualquier otro; a sus 21 años había terminado el colegio; estaba estudiando una carrera universitaria; no era particularmente brillante en sus estudios; pero amaba lo que estudiaba y eso le valía para soportar las materias más aburridas que tenía que estudiar. Había tenido tres novias; dos de sus relaciones tampoco habían sido particularmente especiales: una había sido en su época de colegio; desde noveno hasta undécimo; otra en el primer año de universidad pero sólo había durado un mes. En cambio la tercera, esta sí que era especial: era una chica hermosa, especial; llevaban juntos ya casi un año; pero estaban dispuestos a llevar su relación hasta el altar; o al menos eso es lo que ambos decían.
Parecía un día normal; o al menos así había empezado: me levanté un poco tarde; tuve que apresurarme para poder estar listo a tiempo; alistarme; caminar hacia el trabajo; nada extraordinario parecía suceder aquella mañana.
Regularmente la vida presenta ante nosotros decisiones que tenemos que tomar. Estas pueden ser de todos tipos: pequeñas o grandes, fáciles o difíciles, individuales o en conjunto, algunas que me afectarían sólo a mí y otras que afectarían a varias personas a mí alrededor. Sin duda las decisiones están presentes en cada momento de nuestra vida.
Mientras estudiaba varias veces intenté imaginarme como profesor y me horrorizaba con sólo pensarlo; pero la vida cambia mucho y luego empecé a considerar que podría gustarme la experiencia de enseñar; quizás no dedicarme sólo a eso; pero sí hacerlo ocasionalmente.
Hacía 2 meses el había visto en una publicación acerca del concierto y desde entonces anhelaba ir; pero anhelaba no ir sólo; sino con ella, con quien siempre soñaba, con quien siempre deseaba hacer juntos cualquier actividad. No es su novia, pero sin duda es mucho más que su amiga; es pues, el motivo de sus sueños, de sus suspiros, de sus momentos de éxtasis de felicidad.
Cual lluvia de ceniza al caminar
Hoy hace un mes que empezaron las clases; hoy hace un mes que estoy compartiendo con compañeros nuevos; pero de entre todos hay una persona que ha empezado a llamar mi atención de forma especial.
Día tras día en la vida se me presentan duras decisiones que tengo que tomar; caminos importantes entre los que tengo que elegir.
¿Cómo se suponía que yo lo iba a saber? Si él es el chico más serio y lejano que conozco. Tiene su vida una pizca de un misterio nunca revelado. Si la única forma en que se le ve sonreír abiertamente es cuando al fin gana en una partida de ajedrez, mientras que la seriedad y la tristeza son sus fieles compañeras durante el resto del tiempo.
“No lo haga por una ley, hágalo por convicción y educación” decía el bus al que me subí hoy en relación con los asientos preferenciales, y eso me llamó poderosamente la atención.
Aquí tomo nuevamente el lápiz y el papel para escribirte una vez más; aunque estoy seguro que esta vez tampoco lo leerás. Ya con esta sería la número 15; por qué habría de ser diferente?
Me subí al bus y por el calor la reacción inmediata fue abrir la ventana. Cuando me dispongo a hacerlo, veo una mariposa aparentemente prensada en el canal de la ventana, estaba tan cómoda y quieta que hasta llegué a dudar que estuviera viva. Cuando empecé a abrir la ventana, por supuesto que la incomodé y tuvo que salir de su zona de confort, y agitando sus alas salió volando libre por esa ventana que se acababa de abrir ante ella.